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Así no se construye país

El debate en el Senado del martes pasado fue la constatación de la ruptura de todos los puentes entre el presidente del Gobierno y el líder de la Oposición. Después del cruce de acusaciones, de reproches y descalificaciones personales sin más argumentos que desdenes y desprecios, no se ve posibilidad de entendimiento entre ambos, ni siquiera para los asuntos de Estado.

Son precisamente los asuntos de Estado, que nos afectan a todos, la primera víctima de esa ruptura de relaciones Gobierno-oposición. Su primera consecuencia es la Ley de  Vivienda pactada con Bildu, ERC, Podemos y otros partidos minoritarios y excluyendo al primer partido de la oposición que cabe la posibilidad de que tenga que gestionarla -aplicarla, derogarla o reformarla- si gana las próximas elecciones, lo que no es descartable.

Tampoco acuerdan otras cuestiones muy relevantes: un plan nacional para hacer frente a la seguía; información sobre la distribución y gestión de los Fondos Next Generation, que el Gobierno lleva con un secretismo sospechoso; no comparten la “nueva” política con Marruecos; no se sienten para combatir el

paro, que duplica al de la UE, para hacer frente a la deuda, al déficit…

Es una desgracia para España que los políticos que gobiernan o que tienen posibilidades de hacerlo no se entiendan. Su actitud tan solo trae desánimo en los ciudadanos y perjuicios para el país y, lo que es más grave, recrea las dos Españas de Machado que habíamos superado antes de su llegada a la política.

Volviendo al debate, después de escucharlos, cabe preguntar si aportaron algo a los mayores de 45 años, 4 de cada diez son parados de larga duración; al 30% de jóvenes que no encuentran empleo y a los rapaces que trabajan tan en precario que no pueden emanciparse para emprender sus proyectos personales y vitales; a las familias con todos los miembros en paro, a las que no llegan a fin de mes y acuden a Cáritas y a los bancos de alimentos o a los ciudadanos que necesitan hacer trámites con las administraciones y encuentra las Oficinas cerradas por la dichosa cita previa que no pueden conseguir… El debate aportó  más desconexión y desconfianza de los políticos.

Es curioso que mientras ellos chapotean en el fango del odio y el rencor, los ciudadanos que pensamos distinto somos capaces de entendernos superando nuestras discrepancias. Por eso, es demasiado castigo que unos políticos mediocres polaricen de esta forma el país cuando la realidad exige superar la confrontación y desempeñar las funciones públicas –en el Gobierno y en la oposición– con criterios colaborativos. Y este “duelo a garrotazos” dialécticos no responde a esa exigencia ni construye país, nada aporta al progreso y bienestar ciudadano.